Faeca solicita una norma de máximos que diferencie y garantice el futuro del cerdo ibérico de bellota
Según ha indicado la organización en un comunicado recogido por Efe, es necesario modificar la actual norma "de mínimos", tras una década de aplicación, ya que "no ha cumplido las expectativas y sólo ha servido para perjudicar al verdadero cerdo ibérico, el de bellota, producido en la dehesa".
La citada norma, concebida para amparar la raza ibérica, garantizar la sostenibilidad del ecosistema de la dehesa y asegurar la transparencia al consumidor, "se ha demostrado poco útil para la consecución de sus fines".
En este sentido, desde Faeca, se ha resaltado que la raza ibérica producida en la dehesa se encuentra en pleno retroceso, con un descenso de más del 20% en la cabaña ganadera sólo en el último año. La merma en los últimos cuatro ejercicios ha sido superior al 60%, por lo que en estos momentos el censo nacional no supera el medio millón de animales. Pese a ello, lejos de subir, los precios continúan en una imparable bajada, registrando valores que no se conocían desde 1985.
A todo esto hay que sumar, según la organización, el hecho de que "debido a una falta de rigurosidad y control" en el etiquetado de los productos ibéricos, se está "desprestigiando al verdadero cerdo ibérico de bellota, por ausencia de una diferenciación cualitativa correcta con respecto a otros productos también llamados ibéricos".
En consecuencia, se ha generalizado una "competencia desleal" entre los productores de la dehesa, con mayores costes de producción y menor rentabilidad, y los criadores de ibérico de cebo, aprovechándose estos últimos de la imagen del criado en montanera para comercializar unos productos de inferior calidad.
Por tanto, las cooperativas de Faeca piden, como medida principal, una nueva norma de calidad "de máximos" para el sector que, dejando fuera al ibérico de cebo, diferencie y garantice el futuro del cerdo ibérico de bellota, que es el "único" que debe ser amparado por sus peculiaridades productivas y organolépticas, asegurando así el futuro de un ecosistema de gran valor ecológico, la dehesa, que sólo es sostenible gracias a la actividad ganadera.
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