Durante dicho periodo de tiempo no se produjo el sacrificio de ningún animal en las instalaciones ya que, entre otras deficiencias, no cuenta con un laboratorio para que los veterinarios lleven acabo los análisis para certificar la calidad de la carne. El proyecto inicial, antes de la llegada del famoso empresario, contó con una inversión de 9 millones de euros, 3 de ellos, al parecer, a modo de subvención con la condición de que se pusieran en marcha las instalaciones.

Finalmente los trabajadores han dejado de cobrar su salario en febrero y están igual que el resto de los 300 empleados de Nueva Rumasa en Extremadura.

José Manuel González, delegado sindical de los trabajadores, afirma que siempre han cobrado su nómina a través de Carcesa, pese a que el matadero no tuviera ningún tipo de actividad, y estima que la empresa acudió a la compra debido a la búsqueda de subvenciones.