La consejería Medio Ambiente de Cantabria invierte un millón de euros en una planta piloto de I+D+i de tratamiento de purines de vacuno
Los consejeros de Educación y Medio Ambiente, Rosa Eva Díaz Tezanos y Francisco Martín, respectivamente, inauguraron las instalaciones que servirán para transformar los residuos de estiércol de las explotaciones ganaderas en biogás. Según explicó Martín, la planta da solución a un problema complejo en el que está implicado el residuo de un sector industrial como es el ganadero, "muy importante" para la economía de Cantabria, un contaminante que afecta a las aguas subterráneas, una fuente energética y la supervivencia económica del citado sector. Por su parte, Díaz Tezanos destacó que se trata de un proyecto "importante" porque "materializa una alternativa adecuada para mejorar la gestión medioambiental en el sector ganadero, apostando por una energía limpia y un uso energético eficiente".
Al acto de presentación acudieron también el rector de la Universidad de Cantabria (UC), Federico Gutiérrez-Solana, los tres investigadores artífices de la planta (José Luis Rico y Juan Ignacio Tejero, procedentes de la UC, y Gregorio Saldeco, profesor del IES La Granja), además del encargado general de la instalación piloto, Carlos Rico. Junto a ellos, los directores generales de Coordinación y Política Educativa, Ramón Ruiz; de Obras Hidráulicas y Ciclo Integral del Agua, Ana Isabel Ramos y de Ganadería, Ismael Esparza, así como el alcalde de Medio Cudeyo, Juan José Perojo, y la directora del IES La Granja, Emma Fernández Gutiérrez, entre otros.
La importancia de este método se intensifica en Cantabria, una región que tiene 310.000 cabezas de ganado vacuno que producen 4.700.000 t de estiércol, que conllevan unas 20.800 de nitrógeno total y 8.300 de compuestos de fósforos por año. Estas cifras demuestran, según Rico, que con el estiércol que se produce en Cantabria se podría obtener, mediante cogeneración, el 10% del total de la energía eléctrica que se consume en la región y, mediante ciclos combinados, hasta el 15%. La planta, en una segunda fase, permite también valorizar este residuo, obteniendo un fertilizante estabilizado que no ocasiona problemas y elimina por completo los riesgos de contaminación. El producto resultante sirve para su reutilización e, incluso, para su vertido a cauce público.
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