Esta es la principal directriz marcada por el Gobierno, que ha decidido tomar cartas en los ataques de buitres a ganado, una situación que se ha multiplicado en los últimos años, pasando de dos casos anuales en 2006, a más de 80 en 2009.

En un comunicado, el Gobierno atribuyó el aumento de los ataques al cambio de la normativa aprobada a raíz de la EEB que obliga a los ganaderos a retirar de la montaña los cádaveres de animales, de forma que los buitres han cambiado sus hábitos alimenticios.

Según la Generalitat, los ataques, concentrados en Osona, Berguedà, Cerdanya y Solsonès, se producen en un 83,3% de los casos en el momento del parto de ganado (mayoritariamente) bovino, y sus autores son unos cuantos buitres adultos, mientras que el resto de la población no participan en ellos. Medio Ambiente busca ahora que la alimentación se los buitres se produzca de la forma más natural posible, respondiendo a la índole carroñera de la especie. Con esto, la Consejería no autorizará la instalación de nuevas plantas incineradoras y cementerios de animales muertos y revisará las autorizaciones administrativas concedidas a las instalaciones ya existentes.