Las previsiones hechas por el USDA a través de un informe elaborado por su delegación en México muestran que este país tendrá en 2018 una producción de 3,5 millones de t, con un incremento de la verticalización en la cadena avícola.

Los factores que ayudarán al mantenimiento de la producción están en la mejora genética, el incremento de la bioseguridad junto a los precios baratos de la alimentación animal.

Los principales estados productores de carne de aves de México son Jalisto, Veracruz, Querétaro y Aguas Calientes.

El USDA destaca que una gran parte del consumo de esta carne que se realiza en México procede de la propia producción, sobre todo en entornos rurales.

En cuanto al consumo de esta carne, se estima que en 2018 llegará a los 4,3 millones de t, lo que obligará a recurrir a las importaciones para cubrir toda la demanda. Los mexicanos consumen esta carne debido fundamentalmente a su bajo precio y a su presencia en numerosas preparaciones populares. Los productos preparados a base de este tipo de carne (nuggets y alitas) se consumen sobre todo en el ámbito de la hostelería y restauración.

Del total de carne consumida, aproximadamente 825.000 t proceden de la importación, siendo EE.UU. el principal exportador a este mercado.

Una de las amenazas que puede tener la evolución es la influenza aviar, tras los brotes registrados años antes. El país tiene en vigor medidas de bioseguridad para evitar la propagación de la enfermedad que pasan por reducir la densidad de población de aves en ciertas zonas además de la utilización de vacunas.

Otra posible amenaza para su marcha es la dependencia de las importaciones de genética para mantener y mejorar su avicultura. Así, desde enero a noviembre de 2017 el país ha importado 139 millones de dólares en huevos de puesta para la cría de ponedoras de los que el 93% procedía de EE.UU. y el resto de otros países como Brasil, Canadá, Francia y España.