Están leyéndolo de forma correcta. Si comunicar se define como la transmisión de señales mediante un código común al emisor y al receptor, “comunicacción” implicaría además una actitud más activa en estos temas por parte del emisor. Perdón por ser tan academicistas pero estos días hemos visto cómo los temas relacionados con difundir cómo trabaja la industria cárnica, lo que implica para la sociedad, sobre todo en el ámbito rural, y lo que aporta la carne tanto a nuestra salud como a la economía nacional han estado otra vez en el candelero.

En diversos foros y encuentros virtuales a los que hoy en día asistimos, se ha venido hablando sobre las actuaciones que hasta ahora las industrias cárnicas están llevando a cabo para dar a conocer su forma de trabajar. La principal conclusión, en muchos de los casos pasa por la necesidad de un cambio en las actuaciones en este ámbito hacia una mayor actividad en el tiempo y no ligada exclusivamente a la recepción de fondos para acceder campañas promocionales.

Y es que, hasta ahora, buena parte de las acciones llevadas a cabo a nivel sectorial para difundir las cualidades de las carnes y productos cárnicos han estado siempre ligadas a la disposición de fondos públicos, ya sean autonómicos, nacionales o europeos (sobre todo en el caso de los programas de promoción fuera de nuestro país en este último caso).

Pero esta estrategia, que supone acciones puntuales a lo largo del año, debiera cambiar por una continua “lluvia fina”, si vale el símil, de mensajes positivos en torno a lo que la carne y el sector cárnico aportan para la salud y la sociedad, respectivamente.

Solo así se conseguirá quizás que la sociedad conozca lo que se ha logrado ya en materia de seguridad alimentaria, bienestar animal, sostenibilidad, nutrición y salud. Las mejoras alcanzadas, si no son difundidas de forma continua y adecuada, se ven borradas por lonas en edificios o tuits y entradas en Instagram que son redifundidas por quienes se oponen a las prácticas ganaderas y la carne como si aún se estuviera trabajando como en el siglo XIX.

Medios para ello hay ya puestos en marcha desde hace varios años pero quizás, a través de instrumentos como las extensiones de norma, se debería reforzar su relevancia pública y sus actuaciones para hacer frente a los ataques que recibe el sector.