La industria cárnica parece no tener interlocutores válidos que, al menos, escuchen sus problemas. Lo de hacerles caso es ya mucho pedir y, por ello, muchas de estas empresas son ejemplo por el emprendimiento y el espíritu familiar con el que iniciaron su actividad. Han llegado hasta aquí a base de inversiones propias de capital, mucho trabajo y esfuerzo, tanto para lograr productos de calidad como para ponerlos a diario en supermercados y carnicerías. Pero pese a todo, pocas veces este sector es reconocido por lo que aporta a la sociedad en cuanto a riqueza, generación de empleo o desarrollo de zonas rurales, por ejemplo.

Y hoy en día, con la que está cayendo, las empresas, tanto las cárnicas como las dedicadas a otras muchas actividades, deberían ser reconocidas por aguantar el huracán (esto ya no puede ser calificado como un chaparrón) que está cayendo.

En el caso de las cárnicas, en estos momentos están viendo cómo el sector ganadero recibe ayudas por el incremento de costes de la alimentación animal y de la energía para mantener calientes las granjas. Además, también han asistido a la reunión de parte del Gobierno con los representantes de la distribución, como si en las baldas de las estanterías de los supermercados crecieran espontáneamente, como si de setas o champiñones se trataran, los alimentos ya preparados y listos en sus envases. Todo esto les puede hacer pensar que quizás son invisibles y nadie se fija en su actividad y en sus necesidades pese a lo que ofrecen al resto de la sociedad.

A todo esto hay que sumar el hecho de que en plena y continua campaña electoral como vivimos, seamos claros, la mayoría de mensajes de nuestros políticos, gobernantes y oposición, van dirigidos a los ciudadanos y pocas soluciones se presentan para las empresas. Ni tan siquiera la propuesta para bajar el IVA a más categorías de alimentos parece que vaya a ser tenida en cuenta.

Por todo ello, en este momento que viven las empresas, parecen necesarias “transfusiones de sangre” para garantizar su actividad y no las meras “tiritas” que les están ofreciendo para evitar una auténtica sangría. Si no nos creen, solo tienen que mirar la puesta en marcha del tan cacareado PERTE y ver en qué se está quedando después de tantas promesas.