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COPA reflexiona sobre cómo afectará el regreso de Lula en el acuerdo de la Comisión Europea con Mercosur

Christiane Lambert, presidenta de la cooperativa ganadera europea, firma el artículo El efecto mariposa brasileño: con el regreso de Lula, ¿acaso la Comisión Europea buscará imponer el acuerdo con el Mercosur?

Las elecciones brasileñas del 30 de octubre marcaron un hito histórico en muchos aspectos y sin duda tendrán repercusiones más allá de las fronteras del país. Para la UE, la elección de Lula es una  señal de que el proceso del acuerdo comercial entre la UE y el  Mercosur ya puede reanudarse. De hecho, el polémico acuerdo firmado en 2019 con el bloque comercial latinoamericano sigue pendiente de ratificación. Hace cuatro años, el Parlamento  Europeo  y varios estados miembros indicaron claramente  que  no  estaban  en  condiciones  de  apoyar  el acuerdo  debido  a  los  importantes  efectos  perjudiciales  que  este  podría  tener  en  los  mercados agrícolas de la UE y en el medio ambiente. ¿Acaso habrá un cambio repentino de parecer entre los  eurodiputados  y  en  los  Estados  miembros  en  función  del  «cariz  político»  del  nuevo presidente que resulte elegido?

A pesar de las conclusiones del Consejo del 8 de mayo de 2018, en las que los Estados miembros pedían  que  el  acuerdo  con  el  Mercosur  siguiera  siendo  un  acuerdo  de  índole  mixta,  el  mes pasado  se  informó  de  que  la  Comisión  Europea  estaba  a  la  espera  de  los  resultados  de  las elecciones para volver a arremeter con un nuevo ímpetu.   Según el periódico «Politico», «para resucitar  el  acuerdo,  Bruselas  quiere  despojar  a  los  países  de  su  poder  de  veto  y  utilizar  los amplios  poderes  comerciales  de  la  UE  para  ratificar  el  acuerdo  a  nivel  comunitario,  lo  que requeriría mayorías en el Consejo y el Parlamento Europeo, en lugar de en los 27 parlamentos nacionales de la UE y varios parlamentos regionales. Si bien es una vía legal, daría lugar a un sinfín de tensiones políticas (...)».

Como  maniobra  política,  si  es  que  acaba  por  confirmarse  en  algún  momento,  es  escandalosa. Entendemos  que,  con  la  guerra  en  Ucrania,  hay  una  necesidad  apremiante  de  que  la  UE encuentre nuevas sendas comerciales y aplique los acuerdos existentes. Si bien adherimos a ese propósito, al impulsar la ratificación del acuerdo entre la UE y el Mercosur, la Comisión acabaría comprometiendo  aún  más  la  sostenibilidad  agrícola  de  Europa.  Si  ya  hubo  una  oposición categórica al acuerdo en 2019, ¿cómo no se va a oponer aún más la comunidad agrícola europea a un  acuerdo que  ignora los  últimos  acontecimientos,  a saber,  la estrategia  «De  la granja a la mesa» y las consecuencias de la guerra de Ucrania en las explotaciones y cooperativas agrícolas de la UE?

La  Comisión  Europea  seguramente  argumentará  que  la  directiva  sobre  la  deforestación  que afecta a los productos importados, aprobada por el Parlamento Europeo en septiembre de 2022, refuerza los medios de control y la sostenibilidad del acuerdo. Sin embargo, en lo que respecta a la   agricultura,   quedaría   mucho   por   hacer   para   lograr   resolver   los   numerosos   puntos problemáticos de este acuerdo. Vemos al menos tres cuestiones sobre las que la Comisión no nos ha dado una respuesta satisfactoria en los tres años transcurridos desde la firma de este acuerdo.

Un acuerdo desequilibrado, en detrimento de la agricultura europea
En primer lugar, a pesar del acceso concedido a los productos de la UE, como el vino, los productos lácteos, el aceite de oliva, algunas frutas, hortalizas e indicaciones geográficas, el acuerdo con el Mercosur adolece de un desequilibrio visible en su capítulo agrícola, especialmente para los sectores agrícolas ya frágiles como la carne de vacuno, las aves de corral, el arroz, el zumo de naranja, el azúcar y el etanol. Si tomamos como ejemplo el sector bovino, resulta fácil comprender que el acuerdo trasladará el poder de negociación de las manos de los agricultores europeos a las de los grandes operadores de los países que conforman el Mercosur.

Efectos acumulativos insostenibles a largo plazo
En segundo lugar, los agricultores europeos están preocupados por los efectos acumulativos y difícilmente cuantificables de todos los acuerdos ya firmados por la UE. Esta preocupación ha quedado más que patente con el estudio realizado por la propia Comisión sobre el impacto de los acuerdos comerciales en los productos agrícolas. En este contexto, el acuerdo entre la UE y el bloque del Mercosur acabaría siendo ser la gota que colma el vaso. En el sector avícola, en concreto, las importaciones anuales de los países del Mercosur, bloque compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, equivaldrán a la producción conjunta de Dinamarca, Finlandia y Suecia.

Un doble rasero comunitario
Ya  en  2019,  este  acuerdo habría  dificultado  la  tarea  a  los  agricultores  de  la  UE,  al  aplicar  un doble   rasero  entre   lo   que   está   prohibido  en   la  UE   y  lo   que   sí   se   le  tolera   a   nuestras importaciones.   En   este   sentido,   el   sector   de   la   remolacha   azucarera   es   un   ejemplo paradigmático. Con este acuerdo, Europa importará un azúcar y un etanol que no cumplen en absoluto nuestras normas de producción. Solo en Brasil se utilizan 27 herbicidas e insecticidas que están prohibidos en Europa.

Desde el acuerdo político de 2019, somos testigos de la avalancha normativa comunitaria que se viene dando con la implantación del Pacto Verde Europeo. Actualmente se debaten en Bruselas decenas de iniciativas normativas que afectan a la agricultura en materia de restauración de la naturaleza,  biodiversidad,  emisiones  industriales,  uso  de  productos  fitosanitarios,  bienestar animal,  etc.  Por  otra  parte,  la  guerra  de  Ucrania  tiene  importantes  efectos  en  la  producción alimentaria de la UE, con nuestros costes de producción que se disparan y que llegan incluso a superar  a  los  de  nuestros  competidores.  Esto  es  algo  que  se  verá  más  concretamente  en  los mercados de fertilizantes y energía.   La UE aún no ha incorporado a los debates sobre el Pacto Verde el impacto de la agresión rusa en la agricultura de la UE, que es algo que denunciamos enérgicamente.  Al  estar  menos  afectados  por  las  consecuencias  del  conflicto  en  Ucrania,  los países del Mercosur verán reforzada su competitividad.

En este contexto, con la aplicación del Pacto Verde aumentará aún más la brecha entre las normas que se aplican a los agricultores de la UE y del Mercosur. No es sostenible continuar con esta enorme brecha para los productores europeos, y el acuerdo con el Mercosur no hará sino agravar este problema, ya que la concepción de este acuerdo data de muchos años antes de la puesta en marcha de la estrategia «De la granja a la mesa» y de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, nos parece tanto anacrónico como perjudicial, por lo que lo ponemos en tela de juicio sin titubear.
Queremos que quede bien claro y que no haya duda alguna: si la Comisión intenta siguiera imponer la aprobación de este acuerdo, será un verdadero escandaloso y sentará un grave precedente para la agricultura de la UE.
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