Jueves, 16 de mayo de 2024
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COPA reflexiona sobre cómo afectará el regreso de Lula en el acuerdo de la Comisión Europea con Mercosur
COPA reflexiona sobre cómo afectará el regreso de Lula en el acuerdo de la Comisión Europea con Mercosur
Christiane Lambert, presidenta de la cooperativa ganadera europea, firma el artículo El efecto mariposa brasileño: con el regreso de Lula, ¿acaso la Comisión Europea buscará imponer el acuerdo con el Mercosur?
Las elecciones brasileñas del 30 de octubre marcaron un hito histórico en muchos aspectos y sin duda tendrán repercusiones más allá de las fronteras del país. Para la UE, la elección de Lula es una señal de que el proceso del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur ya puede reanudarse. De hecho, el polémico acuerdo firmado en 2019 con el bloque comercial latinoamericano sigue pendiente de ratificación. Hace cuatro años, el Parlamento Europeo y varios estados miembros indicaron claramente que no estaban en condiciones de apoyar el acuerdo debido a los importantes efectos perjudiciales que este podría tener en los mercados agrícolas de la UE y en el medio ambiente. ¿Acaso habrá un cambio repentino de parecer entre los eurodiputados y en los Estados miembros en función del «cariz político» del nuevo presidente que resulte elegido?
A pesar de las conclusiones del Consejo del 8 de mayo de 2018, en las que los Estados miembros pedían que el acuerdo con el Mercosur siguiera siendo un acuerdo de índole mixta, el mes pasado se informó de que la Comisión Europea estaba a la espera de los resultados de las elecciones para volver a arremeter con un nuevo ímpetu. Según el periódico «Politico», «para resucitar el acuerdo, Bruselas quiere despojar a los países de su poder de veto y utilizar los amplios poderes comerciales de la UE para ratificar el acuerdo a nivel comunitario, lo que requeriría mayorías en el Consejo y el Parlamento Europeo, en lugar de en los 27 parlamentos nacionales de la UE y varios parlamentos regionales. Si bien es una vía legal, daría lugar a un sinfín de tensiones políticas (...)».
Como maniobra política, si es que acaba por confirmarse en algún momento, es escandalosa. Entendemos que, con la guerra en Ucrania, hay una necesidad apremiante de que la UE encuentre nuevas sendas comerciales y aplique los acuerdos existentes. Si bien adherimos a ese propósito, al impulsar la ratificación del acuerdo entre la UE y el Mercosur, la Comisión acabaría comprometiendo aún más la sostenibilidad agrícola de Europa. Si ya hubo una oposición categórica al acuerdo en 2019, ¿cómo no se va a oponer aún más la comunidad agrícola europea a un acuerdo que ignora los últimos acontecimientos, a saber, la estrategia «De la granja a la mesa» y las consecuencias de la guerra de Ucrania en las explotaciones y cooperativas agrícolas de la UE?
La Comisión Europea seguramente argumentará que la directiva sobre la deforestación que afecta a los productos importados, aprobada por el Parlamento Europeo en septiembre de 2022, refuerza los medios de control y la sostenibilidad del acuerdo. Sin embargo, en lo que respecta a la agricultura, quedaría mucho por hacer para lograr resolver los numerosos puntos problemáticos de este acuerdo. Vemos al menos tres cuestiones sobre las que la Comisión no nos ha dado una respuesta satisfactoria en los tres años transcurridos desde la firma de este acuerdo.
Un acuerdo desequilibrado, en detrimento de la agricultura europea
En primer lugar, a pesar del acceso concedido a los productos de la UE, como el vino, los productos lácteos, el aceite de oliva, algunas frutas, hortalizas e indicaciones geográficas, el acuerdo con el Mercosur adolece de un desequilibrio visible en su capítulo agrícola, especialmente para los sectores agrícolas ya frágiles como la carne de vacuno, las aves de corral, el arroz, el zumo de naranja, el azúcar y el etanol. Si tomamos como ejemplo el sector bovino, resulta fácil comprender que el acuerdo trasladará el poder de negociación de las manos de los agricultores europeos a las de los grandes operadores de los países que conforman el Mercosur.
Efectos acumulativos insostenibles a largo plazo
En segundo lugar, los agricultores europeos están preocupados por los efectos acumulativos y difícilmente cuantificables de todos los acuerdos ya firmados por la UE. Esta preocupación ha quedado más que patente con el estudio realizado por la propia Comisión sobre el impacto de los acuerdos comerciales en los productos agrícolas. En este contexto, el acuerdo entre la UE y el bloque del Mercosur acabaría siendo ser la gota que colma el vaso. En el sector avícola, en concreto, las importaciones anuales de los países del Mercosur, bloque compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, equivaldrán a la producción conjunta de Dinamarca, Finlandia y Suecia.
Un doble rasero comunitario
Ya en 2019, este acuerdo habría dificultado la tarea a los agricultores de la UE, al aplicar un doble rasero entre lo que está prohibido en la UE y lo que sí se le tolera a nuestras importaciones. En este sentido, el sector de la remolacha azucarera es un ejemplo paradigmático. Con este acuerdo, Europa importará un azúcar y un etanol que no cumplen en absoluto nuestras normas de producción. Solo en Brasil se utilizan 27 herbicidas e insecticidas que están prohibidos en Europa.
Desde el acuerdo político de 2019, somos testigos de la avalancha normativa comunitaria que se viene dando con la implantación del Pacto Verde Europeo. Actualmente se debaten en Bruselas decenas de iniciativas normativas que afectan a la agricultura en materia de restauración de la naturaleza, biodiversidad, emisiones industriales, uso de productos fitosanitarios, bienestar animal, etc. Por otra parte, la guerra de Ucrania tiene importantes efectos en la producción alimentaria de la UE, con nuestros costes de producción que se disparan y que llegan incluso a superar a los de nuestros competidores. Esto es algo que se verá más concretamente en los mercados de fertilizantes y energía. La UE aún no ha incorporado a los debates sobre el Pacto Verde el impacto de la agresión rusa en la agricultura de la UE, que es algo que denunciamos enérgicamente. Al estar menos afectados por las consecuencias del conflicto en Ucrania, los países del Mercosur verán reforzada su competitividad.
En este contexto, con la aplicación del Pacto Verde aumentará aún más la brecha entre las normas que se aplican a los agricultores de la UE y del Mercosur. No es sostenible continuar con esta enorme brecha para los productores europeos, y el acuerdo con el Mercosur no hará sino agravar este problema, ya que la concepción de este acuerdo data de muchos años antes de la puesta en marcha de la estrategia «De la granja a la mesa» y de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, nos parece tanto anacrónico como perjudicial, por lo que lo ponemos en tela de juicio sin titubear.
Queremos que quede bien claro y que no haya duda alguna: si la Comisión intenta siguiera imponer la aprobación de este acuerdo, será un verdadero escandaloso y sentará un grave precedente para la agricultura de la UE.
Las elecciones brasileñas del 30 de octubre marcaron un hito histórico en muchos aspectos y sin duda tendrán repercusiones más allá de las fronteras del país. Para la UE, la elección de Lula es una señal de que el proceso del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur ya puede reanudarse. De hecho, el polémico acuerdo firmado en 2019 con el bloque comercial latinoamericano sigue pendiente de ratificación. Hace cuatro años, el Parlamento Europeo y varios estados miembros indicaron claramente que no estaban en condiciones de apoyar el acuerdo debido a los importantes efectos perjudiciales que este podría tener en los mercados agrícolas de la UE y en el medio ambiente. ¿Acaso habrá un cambio repentino de parecer entre los eurodiputados y en los Estados miembros en función del «cariz político» del nuevo presidente que resulte elegido?
A pesar de las conclusiones del Consejo del 8 de mayo de 2018, en las que los Estados miembros pedían que el acuerdo con el Mercosur siguiera siendo un acuerdo de índole mixta, el mes pasado se informó de que la Comisión Europea estaba a la espera de los resultados de las elecciones para volver a arremeter con un nuevo ímpetu. Según el periódico «Politico», «para resucitar el acuerdo, Bruselas quiere despojar a los países de su poder de veto y utilizar los amplios poderes comerciales de la UE para ratificar el acuerdo a nivel comunitario, lo que requeriría mayorías en el Consejo y el Parlamento Europeo, en lugar de en los 27 parlamentos nacionales de la UE y varios parlamentos regionales. Si bien es una vía legal, daría lugar a un sinfín de tensiones políticas (...)».
Como maniobra política, si es que acaba por confirmarse en algún momento, es escandalosa. Entendemos que, con la guerra en Ucrania, hay una necesidad apremiante de que la UE encuentre nuevas sendas comerciales y aplique los acuerdos existentes. Si bien adherimos a ese propósito, al impulsar la ratificación del acuerdo entre la UE y el Mercosur, la Comisión acabaría comprometiendo aún más la sostenibilidad agrícola de Europa. Si ya hubo una oposición categórica al acuerdo en 2019, ¿cómo no se va a oponer aún más la comunidad agrícola europea a un acuerdo que ignora los últimos acontecimientos, a saber, la estrategia «De la granja a la mesa» y las consecuencias de la guerra de Ucrania en las explotaciones y cooperativas agrícolas de la UE?
La Comisión Europea seguramente argumentará que la directiva sobre la deforestación que afecta a los productos importados, aprobada por el Parlamento Europeo en septiembre de 2022, refuerza los medios de control y la sostenibilidad del acuerdo. Sin embargo, en lo que respecta a la agricultura, quedaría mucho por hacer para lograr resolver los numerosos puntos problemáticos de este acuerdo. Vemos al menos tres cuestiones sobre las que la Comisión no nos ha dado una respuesta satisfactoria en los tres años transcurridos desde la firma de este acuerdo.
Un acuerdo desequilibrado, en detrimento de la agricultura europea
En primer lugar, a pesar del acceso concedido a los productos de la UE, como el vino, los productos lácteos, el aceite de oliva, algunas frutas, hortalizas e indicaciones geográficas, el acuerdo con el Mercosur adolece de un desequilibrio visible en su capítulo agrícola, especialmente para los sectores agrícolas ya frágiles como la carne de vacuno, las aves de corral, el arroz, el zumo de naranja, el azúcar y el etanol. Si tomamos como ejemplo el sector bovino, resulta fácil comprender que el acuerdo trasladará el poder de negociación de las manos de los agricultores europeos a las de los grandes operadores de los países que conforman el Mercosur.
Efectos acumulativos insostenibles a largo plazo
En segundo lugar, los agricultores europeos están preocupados por los efectos acumulativos y difícilmente cuantificables de todos los acuerdos ya firmados por la UE. Esta preocupación ha quedado más que patente con el estudio realizado por la propia Comisión sobre el impacto de los acuerdos comerciales en los productos agrícolas. En este contexto, el acuerdo entre la UE y el bloque del Mercosur acabaría siendo ser la gota que colma el vaso. En el sector avícola, en concreto, las importaciones anuales de los países del Mercosur, bloque compuesto por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, equivaldrán a la producción conjunta de Dinamarca, Finlandia y Suecia.
Un doble rasero comunitario
Ya en 2019, este acuerdo habría dificultado la tarea a los agricultores de la UE, al aplicar un doble rasero entre lo que está prohibido en la UE y lo que sí se le tolera a nuestras importaciones. En este sentido, el sector de la remolacha azucarera es un ejemplo paradigmático. Con este acuerdo, Europa importará un azúcar y un etanol que no cumplen en absoluto nuestras normas de producción. Solo en Brasil se utilizan 27 herbicidas e insecticidas que están prohibidos en Europa.
Desde el acuerdo político de 2019, somos testigos de la avalancha normativa comunitaria que se viene dando con la implantación del Pacto Verde Europeo. Actualmente se debaten en Bruselas decenas de iniciativas normativas que afectan a la agricultura en materia de restauración de la naturaleza, biodiversidad, emisiones industriales, uso de productos fitosanitarios, bienestar animal, etc. Por otra parte, la guerra de Ucrania tiene importantes efectos en la producción alimentaria de la UE, con nuestros costes de producción que se disparan y que llegan incluso a superar a los de nuestros competidores. Esto es algo que se verá más concretamente en los mercados de fertilizantes y energía. La UE aún no ha incorporado a los debates sobre el Pacto Verde el impacto de la agresión rusa en la agricultura de la UE, que es algo que denunciamos enérgicamente. Al estar menos afectados por las consecuencias del conflicto en Ucrania, los países del Mercosur verán reforzada su competitividad.
En este contexto, con la aplicación del Pacto Verde aumentará aún más la brecha entre las normas que se aplican a los agricultores de la UE y del Mercosur. No es sostenible continuar con esta enorme brecha para los productores europeos, y el acuerdo con el Mercosur no hará sino agravar este problema, ya que la concepción de este acuerdo data de muchos años antes de la puesta en marcha de la estrategia «De la granja a la mesa» y de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, nos parece tanto anacrónico como perjudicial, por lo que lo ponemos en tela de juicio sin titubear.
Queremos que quede bien claro y que no haya duda alguna: si la Comisión intenta siguiera imponer la aprobación de este acuerdo, será un verdadero escandaloso y sentará un grave precedente para la agricultura de la UE.
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