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Los jóvenes, abiertos a incluir carne cultivada en laboratorio e insectos en sus menús ​​​​​​​

La mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años aseguran que estarían "felices" de comer carne cultivada en laboratorio. Es una de las conclusiones de una reciente investigación de la Universidad de Reading, en Reino Unido, que muestra que los grupos de edad más jóvenes tienen muchas más probabilidades de estar abiertos a la idea de comer carne o insectos cultivados en laboratorio que las personas mayores.

La investigación parte de la idea de que la proteína de insectos y la carne cultivada en laboratorio son dos alternativas prometedores y, desde esa premisa, se pregunta hasta qué punto estará la gente dispuesta a incoporarlas en sus menús y en qué grado por tramos de edad.

En asociación con TrustTracker®, una encuesta de 23.000 consumidores en 18 países, los investigadores preguntaron a las personas cómo se sentían acerca de los alimentos cultivados en laboratorio, también conocidos como agricultura celular, y el consumo de insectos.

La encuesta mostró que los adultos jóvenes están más abiertos a consumir estos productos, y alrededor de la mitad de los jóvenes de 18 a 24 años dijeron que estarían felices de comer carne cultivada en laboratorio. Y es menos probable que las personas de hasta 44 años rechacen totalmente la idea de comer insectos.

El profesor Richard Bennett dirigió la investigación y concluye qye "este es un resultado interesante para el futuro de los alimentos sostenibles. Los jóvenes tienden a ser los innovadores en el cambio de hábitos alimentarios. Es probable que influyan en las personas mayores que los rodean para que hagan lo mismo, con el tiempo".

“Todos los grupos de edad quieren saber más sobre las implicaciones para la salud y la seguridad de estos nuevos alimentos. Si queremos ver que se adopten estas nuevas fuentes de proteínas sostenibles, será vital contar con un plan de comunicación integral para abordar cualquier preocupación restante”.

Encuesta de seguimiento
En una encuesta de seguimiento más profunda de 2.400 consumidores en 6 de los países, el equipo de investigadores descubrió que la mayoría (58%) de los encuestados dijo que esto se debía a que “la idea de comer insectos me repugna”. Sin embargo, la mayoría (más del 60%) de los encuestados dijeron que podrían estar motivados para comer alimentos a base de insectos debido a los posibles beneficios ambientales, de sostenibilidad y nutricionales, el menor costo de los alimentos y si sabían bien.

Los resultados también variaron según el país, con Israel a la cabeza, en general, con un 49 % de personas que dijeron estar abiertas a los alimentos cultivados en laboratorio. La República Checa fue más cautelosa, con solo el 25% de las personas que dijeron que comerían alimentos producidos de esa manera.

Los encuestados de Israel eran menos propensos a aceptar insectos como alimento, lo que probablemente refleja el hecho de que las langostas son los únicos insectos comestibles considerados kosher en el judaísmo. El Reino Unido es relativamente más tolerante con los insectos, ocupando el cuarto lugar, detrás de Dinamarca, España y los Países Bajos.
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