Lunes, 22 de julio de 2024
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Las conclusiones del informe del IPCC sugieren cómo debe cambiar la producción de alimentos para hacer frente a la crisis climática
Las conclusiones del informe del IPCC sugieren cómo debe cambiar la producción de alimentos para hacer frente a la crisis climática
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático
(IPCC por sus siglas en inglés) ha difundido la parte final de su
Sexto Informe de Evaluación.
El informe era claro sobre el efecto catastrófico que el cambio
climático podría tener en el suministro de alimentos en todo el
mundo, devastando la agricultura y la pesca especialmente en países
de América del Sur y Central, Asia y África. Sin embargo, también
aportaba una serie de soluciones, tanto para mitigar los efectos
del cambio climático como, a largo plazo, para reducirlos.
A escala mundial, según el nuevo informe publicado por el IPCC, entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en zonas vulnerables al cambio climático. Muchas de estas personas se dedican a la producción de alimentos, desde la agricultura hasta la pesca.
La cadena alimentaria está inexorablemente ligada al cambio climático. Por un lado, la agricultura industrializada es una de las principales causas del cambio climático, ya que sólo la ganadería genera el 20% de las emisiones de carbono. Por otro lado, los agricultores y pescadores más pobres suelen sufrir profundamente las consecuencias del cambio climático, ya que sus medios de vida se ven devastados por las catástrofes naturales y el cambio de los ecosistemas.
La producción de alimentos, sugieren las conclusiones del informe del IPCC, debe cambiar profundamente si el mundo quiere llegar a cero emisiones.
Los efectos del cambio climático en la producción de alimentos son, según el IPCC, numerosos y profundos. Por ejemplo, el cambio climático ha incrementado las olas de calor y las sequías agrícolas y ecológicas, provocando a su vez la pérdida de cosechas en todo el mundo. Los resultados de esto se ven claramente en la sequía del Cuerno de África, especialmente en Somalia, donde la sequía ha provocado hambrunas debido a la pérdida de cosechas.
Se prevé que el rendimiento de algunos cultivos, como el maíz, descienda hasta un 35% en algunas partes del mundo si el calentamiento llega a los 6ºC. El rendimiento del maíz podría disminuir como respuesta a los cambios en las precipitaciones, la humedad, el viento y la temperatura general.
Según el informe, algunas prácticas agrícolas sostenibles, como la reducción del desperdicio de alimentos y la mejora de la gestión de bosques y cultivos/pastizales, cuentan con el apoyo general de la opinión pública.
La restauración de tierras es esencial para rejuvenecerlas y hacerlas de nuevo aptas para la producción agrícola. 115 países se han comprometido a restaurar alrededor de 250 millones de hectáreas de tierras agrícolas que, una vez restauradas, podrían proporcionar espacio adicional para los cultivos y reducir la escasez de alimentos. Las tierras pueden restaurarse proporcionando abonos orgánicos y fertilizantes minerales, plantando árboles y rotando los cultivos.
La agricultura urbana -el cultivo de productos agrícolas en entornos urbanos- también fue sugerida por el informe como una buena estrategia de mitigación del cambio climático. La plantación de cultivos en zonas urbanas mejora la capacidad de infiltración de agua del suelo, aumentando su capacidad para gestionar la escorrentía de las aguas pluviales e incrementando así las aguas subterráneas. Además, la agricultura urbana ahorra mucha energía en el transporte de los cultivos desde las zonas rurales y proporciona a los habitantes de las ciudades una mayor facilidad de acceso a los alimentos.
A escala mundial, según el nuevo informe publicado por el IPCC, entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven en zonas vulnerables al cambio climático. Muchas de estas personas se dedican a la producción de alimentos, desde la agricultura hasta la pesca.
La cadena alimentaria está inexorablemente ligada al cambio climático. Por un lado, la agricultura industrializada es una de las principales causas del cambio climático, ya que sólo la ganadería genera el 20% de las emisiones de carbono. Por otro lado, los agricultores y pescadores más pobres suelen sufrir profundamente las consecuencias del cambio climático, ya que sus medios de vida se ven devastados por las catástrofes naturales y el cambio de los ecosistemas.
La producción de alimentos, sugieren las conclusiones del informe del IPCC, debe cambiar profundamente si el mundo quiere llegar a cero emisiones.
Los efectos del cambio climático en la producción de alimentos son, según el IPCC, numerosos y profundos. Por ejemplo, el cambio climático ha incrementado las olas de calor y las sequías agrícolas y ecológicas, provocando a su vez la pérdida de cosechas en todo el mundo. Los resultados de esto se ven claramente en la sequía del Cuerno de África, especialmente en Somalia, donde la sequía ha provocado hambrunas debido a la pérdida de cosechas.
Se prevé que el rendimiento de algunos cultivos, como el maíz, descienda hasta un 35% en algunas partes del mundo si el calentamiento llega a los 6ºC. El rendimiento del maíz podría disminuir como respuesta a los cambios en las precipitaciones, la humedad, el viento y la temperatura general.
Según el informe, algunas prácticas agrícolas sostenibles, como la reducción del desperdicio de alimentos y la mejora de la gestión de bosques y cultivos/pastizales, cuentan con el apoyo general de la opinión pública.
La restauración de tierras es esencial para rejuvenecerlas y hacerlas de nuevo aptas para la producción agrícola. 115 países se han comprometido a restaurar alrededor de 250 millones de hectáreas de tierras agrícolas que, una vez restauradas, podrían proporcionar espacio adicional para los cultivos y reducir la escasez de alimentos. Las tierras pueden restaurarse proporcionando abonos orgánicos y fertilizantes minerales, plantando árboles y rotando los cultivos.
La agricultura urbana -el cultivo de productos agrícolas en entornos urbanos- también fue sugerida por el informe como una buena estrategia de mitigación del cambio climático. La plantación de cultivos en zonas urbanas mejora la capacidad de infiltración de agua del suelo, aumentando su capacidad para gestionar la escorrentía de las aguas pluviales e incrementando así las aguas subterráneas. Además, la agricultura urbana ahorra mucha energía en el transporte de los cultivos desde las zonas rurales y proporciona a los habitantes de las ciudades una mayor facilidad de acceso a los alimentos.
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