El guionista de esta década se está superando capítulo tras capítulo a base de sorpresas y sobresaltos. Si comenzamos la década con ese cisne negro que fue la pandemia por la Covid-19, después las pymes cárnicas se han visto afectadas fuertemente por los efectos del conflicto por la invasión rusa de Ucrania, como el incremento de costes que aún perdura y les afecta desde diversas perspectivas.

Aguas abajo, vivimos una reducción de censos ya que muchos ganaderos se están jubilando o cesando su actividad por enfermedades animales y los problemas económicos que atraviesan ante los altos precios de los cereales para cebo y otros insumos, además de las inversiones que deben afrontar para adaptarse a las normativas. El porcino, mayoritario en España, va por otro lado, pero ha registrado precios históricos.

Aguas arriba, los industriales cárnicos han comprado su materia prima más cara, han gastado más en elaborar sus productos (electricidad, transporte, ingredientes, etc.) y se han encontrado con que la distribución no les ha aceptado subir los precios para lograr al menos mejorar en algo sus márgenes. A todo esto sumen las dificultades para financiarse en este año y que no tienen derecho a muchas ayudas económicas, algo que sí ocurre con los ganaderos. Incluso la carne y los derivados cárnicos siguen sin estar dentro de los alimentos considerados como esenciales y no se benefician de la rebaja del IVA, viéndose por tanto afectada su demanda.

Por tanto, como si fuera una serie o película, nuestro protagonista, la clase media cárnica, se encuentra en ese momento en el que en una habitación o cueva, el agua no para de subir y tiene que aprovechar la mínima rendija de aire para respirar, esperando encontrar una salida.

Muchos pequeños están casi igual, pero quizás por su tamaño y especialización pueden tener algo más de margen. Y si hablamos de las grandes firmas cárnicas, su dimensión y el hecho de que casi todos ellos producen de forma integrada, hace que no sufran estos problemas y hayan aprovechado el río revuelto para hacer compras entre la clase media cárnica. Y no es que los grandes no tengan problemas, pero pueden afrontarlos de formas que no demandan tanta inmediatez.

Solo nos queda confiar en que 2024 nos traiga algo más de dinamismo al sector. Esperamos que nuestro protagonista encuentre la salida y no se acabe ahogando. Aquí estaremos para contárselo.