- Empresas Una encuesta del Barómetro Taller Argal muestra
que el 65,4% de los españoles opina que la legislación deja
desamparados a los menores frente al uso de las
tecnologías
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Un estudio elaborado por la firma cárnica Argal a través de su
Barómetro Taller Argal, estima que los españoles consideran que la
exposición a las tecnologías modernas de los niños de hasta 12 año
ses un riesgo para su desarrollo y crecimiento.
Por ello el 65,4% cree que debería haber leyes que cuiden la
integridad de los menores en el ámbito digital y contribuir a que
fomenten positivamente competencias lingüísticas, cognitivas y
socioemocionales en edades tan tempranas.
Según el Barómetro Taller Argal 2025 realizado por Argal
Alimentación a través de Netquest, estos temas año tras año
preocupan a más españoles. El 71% cree que un uso excesivo de las
pantallas "puede afectar a los niveles de socialización, al
reducir la necesidad de querer comunicarse con personas reales, y 5
de cada 10 españoles considera que dificulta el desarrollo del
lenguaje oral y de la interacción verbal".
Entre los efectos, la exposición en menores de 6 años causa
dependencia de estímulos constantes (68%) y empeora la atención y
la capacidad para resolver problemas (58%). Al respecto de las
aptitudes socioemocionales, el 67% de los españoles cree que la
tecnología disminuye el desarrollo de expresiones emocionales; el
63%, que alteran la conducta social; el 55%, que empeoran la
regulación y el autocontrol de sentimientos; y el 49%, que
dificultan el fomento de la empatía y de la comprensión de
emociones.
En relación con la segunda infancia, entre 7 y 12 años, el libre
acceso a contenido inapropiado -así como pornografía, abuso sexual
o bullying- (84%), el contacto directo con posibles extraños (76%),
el ciberacoso (74%), el chantaje (47%) y la discriminación (38%)
devienen los riesgos a los que los españoles más temen que se
expongan sus hijos.
Más de 3 de cada 4 españoles considera que los menores de 12 años
no reciben un buen acompañamiento en el manejo de los dispositivos
digitales e incluso el 65,4% opina que la legislación española les
deja desamparados ante la falta de interés y recursos para cuidar
su integridad.
A quienes señalan los españoles como máximos responsables en el uso
inadecuado de las tecnologías es, en primer lugar, a los
progenitores con un 86%, seguidos de los sistemas educativos (56%)
y de las instituciones gubernamentales reguladoras (41%). Para la
población del país, las empresas tecnológicas (31%), los medios de
comunicación (28%), los profesionales del sector sanitario y
psicológico (18%) y las entidades sin ánimo de lucro (7%) poco
tiene que aportar.
A pesar de ello, ni los progenitores ni el profesorado deviene una
figura de referencia para los menores ante una situación de riesgo
expuesta por el uso de las pantallas, según los españoles. Para el
71% de los encuestados, un niño o niña expondría antes su
preocupación a un amigo o compañero que a un familiar (38%) o un
profesor (12%).
Según el 70% de encuestados, la tecnología puede aportar beneficios
a los menores siempre y cuando se utilice responsablemente. Es más,
si el menor tiene dificultades en el aprendizaje o requiere
necesidades especiales, el 74% de los habitantes considera que
recurrir a las pantallas puede contribuir positivamente a su
desarrollo.
En este sentido, opinan que, mediante aplicaciones clave, se pueden
maximizar las habilidades cognitivas -la memoria, la atención y el
razonamiento- (51%), así como también las habilidades lingüísticas
-la comprensión y la capacidad de aprendizaje (49%)-, y las
habilidades socioemocionales -la expresividad, la socialización y
la resolución de problemas- 30%.
Para hacerlo posible, no obstante, los españoles consideran que los
familiares deben estar informados sobre las herramientas de control
parental y seguridad digital, ya que 8 de cada 10 personas opina
que, a día de hoy, muchas familias no lo están. Como mejora,
plantean que la marca de límites de uso (80%), la supervisión del
contenido (74%), la educación sobre los riesgos y las buenas
prácticas (74%) y el buen ejemplo (72%) son medidas clave para
garantizar un uso seguro en edades tan pequeñas.